Empecé a los doce y lo que canté, aunque dije que era mío, fue escrito por mi padre. Tres años después escribí mi primer canción que por suerte la olvidé para bien de la escena musical.
Grabé un primer disco impresentable que fue editado en cuanto país pudo aparecer. Por suerte este año recuperé los derechos para que el que no se haya enterado, no se entere jamás que existió y estará guardado en los asuntos de lo que no hay que intentar de nuevo.
Viajé a Argentina a finales de los ochenta, me quedé por un tiempo, y aunque la industria hoy habla de este país como un lugar de fortaleza en mi carrera, jamás fue tan importante este lugar para mi como en aquella época.